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Pocas videocámaras han generado tanto interés y debate como las Blackmagic Cinema Camera. No tanto por su interesante hoja de especificaciones y su atractivo precio, sino más bien por su original planteamiento, que ha supuesto todo un soplo de aire fresco en el segmento del cine de bajo presupuesto. La semana pasada, y gracias a los talleres de Casanova Foto Week, pudimos verlas de cerca y descubrir alguna cosa más sobre ellas.
Con una larguísima trayectoria en el desarrollo y la fabricación de software y hardware para vídeo profesional, Blackmagic sorprendió a propios y extraños con el lanzamiento, hace poco más de año y medio, de su primera videocámara de cine digital, la Cinema Camera. Sus argumentos: un precio altamente competitivo, estándares y formatos abiertos y una hoja de especificaciones muy completa.
Pese a la inesperada revolución que supuso la función de grabación de vídeo en la ya histórica Canon EOS 5D Mark II, pronto quedaron patentes las carencias propias de las cámaras fotográficas a la hora de afrontar producciones audiovisuales más ambiciosas. Y aunque algunas de esas carencias han quedado resueltas con firmwares alternativos, era necesario optar por modelos mucho más costosos como las RED o las Cinema EOS para disponer -por ejemplo- de un RAW sin pérdidas para posproducción o un buen elenco de conexiones.

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Y ahí es precisamente donde Blackmagic ha metido mano con su primera Cinema Camera, que con un precio que actualmente se sitúa en 1.555 euros, llega cargada de prestaciones y es capaz de grabar flujos de vídeo 2,5K en formato RAW de 12 bits y con un muestreo de 4:4:4.
Más adelante llegó la Pocket Cinema Camera, que condensa la mayor parte de las virtudes de la gama Blackmagic en un cuerpo de mano del tamaño de una cámara de fotos compacta. Y aún está por llegar la Production Camera, capaz de grabar en 4K. Pese a que lleva anunciada desde abril, aún no ha salido a la venta.
La semana pasada tuvimos la oportunidad de asistir a un taller sobre la gama Blackmagic impartido por Vídeo Digital, compañía importadora de esta marca en España, en el marco de la Foto Week de Casanova Foto. Una buena oportunidad para repasar las características de estas singulares cámaras.

Sensor y montura

El primer dato que confirma que las cámaras Blackmagic representan una propuesta diferente es el tamaño de su captor: 15,6 x 8,8 milímetros, esto es, unas dimensiones más pequeñas que las de un captor Cuatro Tercios y un poco por encima que las de la vieja película Super de 16 milímetros.
En el caso de la versión Pocket el sensor es incluso más pequeño (12,48 x 7,02 milímetros), situándose algo por debajo del citado estándar Super 16 mm. Esto da como resultado unos peculiares factores de recorte de 2,38x y 3,02x, respectivamente.

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La Blackmagic Cinema Camera viene armada con un sensor de 15,6 x 8,8 milímetros, unas dimensiones algo más pequeñas que las de un captor Micro Cuatro Tercios

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La Cinema Camera está disponible con dos monturas (Canon EF y Micro Cuatro Tercios pasiva), mientras que la Pocket viene armada únicamente con una bayoneta Micro Cuatro Tercios activa.
La resolución de los captores está limitada a lo estrictamente necesario para conseguir los tamaños de fotograma máximos que ofrecen ambas cámaras: 2432 x 1366 píxeles y 1920 x 1080 píxeles. Ni más ni menos. Tanto el moderado tamaño del captor como la resolución ajustada contribuyen a mitigar problemas asociados a los sensores CMOS de gran tamaño, como el rolling shutter, el muaré o el aliasing.
Además, según aseguran sus importadores, las Blackmagic han superado ya a través de actualizaciones de firmware algunos defectos de blooming y black hole que se detectaron en las primeras unidades vendidas.

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El tamaño del sensor también posibilita, mediante los correspondientes adaptadores, el uso de un enorme arsenal de ópticas de todas las épocas y monturas, desde antiguos objetivos Leica hasta lentes de cine con bayoneta PL.
Eso sí, hay que tener en cuenta que no conseguiremos con estas cámaras los desenfoques extremos –y tan de moda últimamente- que se obtienen con los sensores full-frame. Como siempre, todo tiene sus pros y sus contras.

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RAW, ProRes y DNxHD

Pero la aportación más aplaudida de las Cinema Camera es, como decíamos, la posibilidad de grabar flujos de vídeo en RAW (concretamente en formato DNG) de 12 bits con un muestreo de 4:4:4, es decir, sin pérdidas. Un prestación que, hasta el lanzamiento de estas cámaras, estaba limitada a dispositivos muchísimo más caros.

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Un solo fotograma de vídeo con resolución 2,5K en RAW tiene un peso aproximado de 5 MB

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Y es que echando mano del RAW y gracias a los 13 pasos de rango dinámico que proporciona –según el fabricante- el CMOS de las Blackmagic, las posibilidades en posproducción son enormes. Es por esto que la compañía ha incorporado también la posibilidad de capturar en ProRes HQ y Avid DNxHD 220, dos de los estándares de grabación más habituales del segmento y compatibles con el mejor software de edición del mercado.
Eso sí, hay que tener en cuenta que un solo fotograma de vídeo con resolución 2,5K en RAW tiene un peso aproximado de 5 MB. Para almacenar esa ingente cantidad de información la Cinema Camera cuenta con una ranura para discos de memoria sólida SSD que, eso sí, tienen que ser realmente rápidos para poder sacar el máximo partido de las posibilidades de la cámara. En la página web de Blackmagic ofrecen un listado que se actualiza constantemente con los discos más adecuados para tal fin.

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La Blackmagic Pocket, que usa como soporte tarjetas SD Card, cuenta también con captura en RAW, pero tan sólo permite trabajar con resolución Full HD. De entre todas las marcas y modelos de tarjetas del mercado, la compañía sólo garantiza un funcionamiento óptimo con la gama Extreme Pro de SanDisk.
Ambas cámaras pueden grabar a 23.98, 24, 25, 29.97 y 30 fotogramas progresivos por segundo. Se echa de menos en este sentido un frame rate más elevado para poder conseguir secuencias a cámara lenta.

A vueltas con la batería

Una de las cuestiones que suscitaron más debate durante el taller de Blackmagic en Casanova Foto fue la ausencia de una batería reemplazable en la Cinema Camera, que cuenta únicamente con una pequeña pila interna que proporciona una autonomía de entre 60 y 90 minutos.
Desde la firma distribuidora se insiste en que la Cinema Camera está pensada para alimentarse de forma externa, como ocurre con la mayoría de equipos profesionales, y que la batería integrada sirve únicamente para realizar algún plano ocasional o mantener la cámara operativa si se produce un fallo en la fuente de energía externa.

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Una cámara de bolsillo

A diferencia de su hermana mayor, la Blackmagic Pocket Cinema Camera está diseñada para un tipo de grabación más espontánea y casual y se puede llevar cómodamente en la mano
Y es que, al fin y al cabo, ésta no es una cámara planteada para ir ligero de equipaje. Su diseño sumamente funcional y austero está muy lejos de ser ergonómico. Quien se decida por hacerse con ella tendrá que realizar también una inversión en soportes o estativos para poder manejarla con comodidad.
Diferente es el caso de la Blackmagic Pocket, diseñada para un tipo de grabación más espontánea y casual, y que sí cuenta con una batería removible. La mala noticia en este caso es que ofrece una autonomía muy pobre, de unos 45 minutos de grabación en el mejor de los casos, un auténtico hándicap que los representantes de la firma confirmaron durante el taller.

Conexiones

La ausencia de conexiones específicas para vídeo es uno de los lastres que arrastran las cámaras fotográficas y al que Blackmagic ha querido dar respuesta. Así, la Cinema Camera cuenta con dos conectores mini-jack para audio, una salida para auriculares, un puerto HD-SDI 3G y una conexión para control remoto. Viene también armada con un puerto Thunderbolt para que sea posible realizar la monitorización técnica de la señal en un ordenador.
Debido a su menor tamaño, la Pocket Cinema Camera prescinde de una de las entradas de audio y de la conexión HD-SDI, y pone en su lugar un puerto micro-HDMI.

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Matrimonio con DaVinci

Para que se puedan aprovechar al máximo las opciones de retoque que ofrece el flujo de vídeo en formato RAW, cada Cinema Camera se suministra con una licencia de DaVinci Resolve, uno de los programas de corrección de color más potentes del mercado (no en vano está valorado en 745 euros). Sin duda una buena estrategia de venta, incidiendo una vez más en la idea de que estas cámaras están claramente orientadas a la posproducción.
La Pocket, que tiene actualmente un precio de 775 euros, no cuenta con esta promoción, aunque siempre se puede echar mano del más limitado DaVinci Resolve Lite, que se puede descargar gratuitamente desde la web de Blackmagic.

Con las ideas claras

Visto lo visto, y a falta de realizar una prueba exhaustiva de estas cámaras, da la sensación de que Blackmagic tiene muy claro las bazas que juega. Para ello ha tenido en cuenta buena parte de las necesidades de los profesionales del sector, ha depositado su confianza en los estándares del mercado (montura, formatos de grabación, soportes del almacenamiento…) y sobre todo ha sido capaz de ofrecer un precio competitivo en un segmento en el que casi todo cuesta mucho dinero.

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La irrupción de las Blackmagic Cinema Camera puede suponer el inicio del fin del boom de las cámaras réflex como herramientas para grabar vídeo profesionalmente

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Y es que da la sensación –y aquí nos ponemos el mono de gurús- de que la aparición de estas Blackmagic Cinema Camera puede suponer el inicio del fin del boom de las cámaras réflex como herramientas para grabar vídeo, o al menos en su faceta más profesional. Y es que vista la poca evolución que ha habido en este sentido durante los últimos años entre las cámaras fotográficas, da la sensación de que los grandes fabricantes no pueden –o no quieren- avanzar mucho más en este terreno. Sobre todo en casos como el de Canon y Sony, que ya cuentan con sus propias gamas de productos para cine.
Ahora queda por ver cuáles serán los movimientos de la competencia para presentar batalla a Blackmagic en este nicho de mercado aún por explotar: el de los que demandan prestaciones de vídeo profesionales a precios razonables.

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Artículo por: Álvaro Méndez
Fuente: quesabesde.com